Ya he comentado que Antonio Millán Miralles procedía de Madrid, habitando Albacete después de haber ganado unas oposiciones del Ministerio de Agricultura, de una visita suya al piso de Ignacio Aldecoa procede la siguiente anécdota. Encontraron los visitantes, pues no iba solo, un atril con un librote encima, el librote descubrieron que era un diccionario de la Real, Ignacio Aldecoa les explico que cada mañana abría el diccionario al azar y que leía las dos páginas que quedaban al descubierto. Manera, les dijo, de ir adquiriendo vocabulario.
Por Martín Giménez Vecina. Quizá sea una de las cuestiones de nuestro tiempo: la gramática. El estudio de la misma siempre fue un punto crítico, trascendental, respecto a la ortodoxia del lenguaje, un elemento de enseñanza y posterior conocimiento, que era importantísimo a la hora de un sinfín de cuestiones para situarse en los más variados empleos. Y dentro de la misma, el vocabulario. Ese precioso cofre donde se guarda la inmensa riqueza y fortuna del lenguaje. Siempre que he leído, he tenido junto a mí un buen diccionario de la Lengua Española. Y si alguna vez, por circunstancias imprevisibles no lo he tenido, todo aquel vocablo que no lo conocía en profundidad lo anotaba para posterior investigación del mismo y comprensión. Obvio es decir que, esos vocablos que pertenecen a la etnia de nuestras regiones, de nuestros pueblos, de nuestra ancestral cultura, han constituido siempre plato apetecido. Y con el permiso de vosotros, quiero ir analizando, -de vez en cuando-, esa “pal...
Excelente idea y manera de empezar el día, aprendiendo...
ResponderEliminarSaludos¡¡