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VISION
Y PANORAMA
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Por
Martín
Giménez Vecina
Es como el aire maduro del
árbol del tiempo, entre las hojas pardas del ocaso. Huele a metal
dorado, a singladura acabada entre silencios bajo el pendón de
la añoranza.
Todo es hueco ingente de
valores que resuenan a otro tiempo; aunque caminen sus gentes
en el velocípedo del momento, con el pedaleo forzado para llegar.
Verdes infinitos de la naturaleza, que se obstinan felizmente en
crear raíces de un hoy que nunca llegarán a la mañana pretendida.
Hay secuencias de un eco que
resuena, constante e indeleble, como la voz de un sueño imposible. Y
se mecen las horas en un columpio de flores otoñales, que vienen y
van en busca de una paz sin problemas-
Caminos,
sendas, vericuetos indefinidos, susurros de otras rutas de antaño,
que discurren entre la fisonomía de su personalidad; aspectos de sus
formas prolongadas en los suspiros de aquel contexto de siempre.
Como una canción del eco;
como un murmullo de rémoras matemáticas que definen su ecuación
personal; como el hueco indefinido de lo inmaterial e intangible.
Así veo esta ciudad:
Luxemburgo.
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