Por Martín Giménez Vecina. Quizá sea una de las cuestiones de nuestro tiempo: la gramática. El estudio de la misma siempre fue un punto crítico, trascendental, respecto a la ortodoxia del lenguaje, un elemento de enseñanza y posterior conocimiento, que era importantísimo a la hora de un sinfín de cuestiones para situarse en los más variados empleos. Y dentro de la misma, el vocabulario. Ese precioso cofre donde se guarda la inmensa riqueza y fortuna del lenguaje. Siempre que he leído, he tenido junto a mí un buen diccionario de la Lengua Española. Y si alguna vez, por circunstancias imprevisibles no lo he tenido, todo aquel vocablo que no lo conocía en profundidad lo anotaba para posterior investigación del mismo y comprensión. Obvio es decir que, esos vocablos que pertenecen a la etnia de nuestras regiones, de nuestros pueblos, de nuestra ancestral cultura, han constituido siempre plato apetecido. Y con el permiso de vosotros, quiero ir analizando, -de vez en cuando-, esa “pal
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